domingo, 2 de noviembre de 2008

La estimulación temprana


La estimulación es una herramienta muy importante para desarrollar la inteligencia y la personalidad de un niño. Los padres la practican, muchas veces de forma intuitiva, cuando juegan con su hijo, lo acarician, le cantan o le hablan. Te presentamos aquí algunas claves para compartir, junto con tu pequeño, esta gran aventura.


¿Por qué es importante?

El cerebro de un recién nacido es inmaduro y, en gran parte, depende de su entorno para desarrollarse. Las conexiones nerviosas que son estimuladas perduran, las que no, desaparecen. Por ejemplo, el niño que escucha música desde su nacimiento incorpora, de manera natural, esta sensibilidad y estará más disponible en el futuro a conectarse con el lenguaje sonoro. Por ello es primordial brindarle todo tipo de experiencias enriquecedoras que lo ayuden a desarrollar a pleno su potencial.


No existen recetas universales para estimular a un pequeño. Cada niño es único y particular y por lo tanto tiene necesidades y tiempos que le son propios. Las madres, si se conectan con su intuición, descubren qué es lo más adecuado para su hijo en cada etapa de su desarrollo. Observar a nuestro hijo, escucharlo, estar atentos a lo que nos pide es la mejor receta para saber qué ofrecerle.
Es importante tener en cuenta que el estímulo de sus capacidades no es una carrera contra el tiempo sino un proceso. No hay método de estimulación que reemplace el cariño de los padres, un ambiente familiar equilibrado y un desarrollo emocional adecuado.

¿Qué es la sobre estimulación?

Muchas veces los padres se dejan llevar por la presión social de que su hijo adquiera tempranamente ciertas habilidades. Les parece que si obtiene conocimientos antes de tiempo será más inteligente y por eso le exigen más allá de sus posibilidades. Resulta indispensable tener en cuenta que la estimulación excesiva no consigue, necesariamente, que el pequeño desarrolle habilidades. Las adquisiciones tienen que adecuarse al grado de madurez del niño.
Por otro lado, la inteligencia no sólo tiene que ver con el aspecto cognitivo sino, también, con el plano emocional. El pequeño suele percibir la exigencia de los padres y el no poder cumplir con ella le genera irritabilidad, ansiedad y dependencia. Esto interfiere en su capacidad de aprendizaje.

Estímulo por el tacto

El tacto es uno de los primeros sentidos en desarrollarse. A través de la piel el niño comienza a descubrir el mundo que lo rodea. El contacto con el pecho de la madre y las caricias son la primera forma de comunicación del bebé. De allí la importancia de estimular este sentido.

Recuerde dejar sus manos fuera de la ropa para que pueda percibir a través de ellas. Sea cuidadoso con todo aquello que lo envuelve. Coloque al alcance de su mano objetos livianos y de colores llamativos.
Juegue con su hijo a reconocer diferentes texturas (suave, áspero), temperaturas (caliente, frío) y formas (redondo, cuadrado). Esto le ayudará a desarrollar el sentido del tacto y a relacionar esa información en el cerebro.
Cuando lo bañe, aproveche para prodigarle sensaciones placenteras.
Juegue con sus dedos, nombre cada parte de su cuerpo o hágale
cosquillas.


Estímulo por el sonido


El oído es otro de los primeros órganos sensoriales en madurar. Se cree que a partir de la semana 24 de gestación el feto comienza a percibir y a distinguir un sonido de otro. De allí que se aconseje escuchar música durante el embarazo y después del nacimiento. La música clásica es muy recomendable porque sus melodías, nítidas y complejas a la vez, mantienen al niño relajado y atento. Situación ideal para incorporar conocimientos.
También es bueno enseñarle a escuchar sonidos cotidianos como el canto de un pájaro, el paso del viento o el repiqueteo de una cuchara dentro de una taza.
Las canciones ocupan un lugar privilegiado en el estímulo de sus
capacidades. Conviene que sean simples y que su letra contenga
menciones a su vida cotidiana o a cosas que le gustan.
Por último, aunque le parezca que su hijo no entiende porque es muy pequeño, háblele. Esto le servirá para desarrollar la capacidad de asociar el sonido con la imagen que designa. Recuerde que las palabras transmiten cariño y ponen a trabajar sus neuronas.


Estímulo por la mirada

Si el sentido de la vista se va desarrollando muy despacio desde el nacimiento del bebé, a mirar se aprende. De allí que, además de estimular su campo visual, acercándose a su carita, dirigiéndose siempre de frente o presentándole objetos de colores llamativos, es importante entrenar su capacidad de mirar. De eso dependerán en buena medida habilidades
escolares como la atención y la lectura. Aproximadamente la mitad del tejido neuronal está dedicado a la visión.
Este sentido proporciona al cerebro casi el 80% de lo que conoce. Por ello es central estimular a nuestro hijo en la distinción entre luces y sombras, en el reconocimiento de los colores, de las formas y de los movimientos.
De todos modos, recordemos enseñarle a mirar sin abrumarlo.
Se trata de despertar su interés, no de obligarlo a que preste
atención.


Estímulo por el olfato y por el gusto


El sentido del olfato se asocia con sensaciones, emociones y recuerdos. Eso explica por qué el perfume de la madre tiene un efecto tan tranquilizador en el niño.
Jugar con los olores ayuda al pequeño a combinar esa información con la visual y la auditiva. Con ello le ofrecemos una gama más amplia de datos y un recuerdo de referencia. Por ejemplo, si nos habituamos a cocinar en su presencia, nuestro hijo asociará la hora de la comida con ese olor y
comenzará a disfrutar con anticipación de aquello que va a ingerir.
El gusto también aporta datos al desarrollo emocional. Es muy común que un niño cierre los ojos cuando saborea algo nuevo. Está grabando datos. Resulta muy estimulante, además de divertido, proponerle a nuestro hijo que pruebe un alimento con los ojos cerrados. Esto lo llevará, de inmediato, a querer ver, tocar y oler esa comida.

Para tener en cuenta


• Es importante que nuestro hijo viva la estimulación como
un juego, que aumente su conocimiento del entorno de forma
placentera.
• Nuestro rol en el juego es de guía. No conviene intervenir
excesivamente.
• Las consignas deben ser planteadas en términos de desafío:
ni tan fáciles para que las resuelva rápidamente, ni tan difíciles
para que le resulten inabordables.
• Un niño sobre estimulado no es, necesariamente, más
inteligente.
• Una buena estimulación no tiene que ver con la cantidad de
actividades que se proponen sino con la actitud que el niño
percibe de sus papás.
• En el primer año de vida conviene ofrecer juguetes que sean
blandos, para evitar golpes, y que no contengan piezas que
sean pequeñas ya que el bebé podría tragarlas.
• Los títeres son un buen recurso a partir del segundo año de
vida. Fortalecen la comunicación, la expresión de las emociones
y la creatividad.
• No es recomendable el uso exclusivo de juguetes a pila porque le brindan al niño todo servido y la novedad se pierde al poco tiempo.
• Muchas veces los objetos que usamos en la vida cotidiana son muchos más efi caces que los juguetes sofi sticados.
• Ningún método de estimulación reemplaza el cariño de los padres y un buen ambiente familiar.

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