lunes, 15 de junio de 2009

Inteligencia



¿Mi hijo es inteligente?


Inteligencias múltiples


A pesar de que generalmente se habla de la inteligencia en un sentido singular, muchos especialistas sostienen que debe pensarse en plural. Los seres humanos poseen varios tipos de inteligencia combinadas entre sí: la lingüística, la lógico-matemática, la espacial, la musical, la corporal, la intrapersonal, la interpersonal y la naturalista.
Si bien en cada persona predomina alguna de ellas, las otras acompañan el proceso de
conocimiento. Así por ejemplo, un ingeniero necesita una inteligencia espacial bien desarrollada, pero también precisa de la lógico matemática para realizar cálculos de estructuras, de la interpersonal para presentar sus proyectos frente a un auditorio, de la corporal para conducir su automóvil hasta la obra.
Por otro lado, es importante recordar que se trata de una facultad que se hereda pero, a la vez, depende para desarrollarse del estímulo del medio ambiente, de las experiencias vividas y de la educación recibida.


La función de los padres


De todo esto se desprende la importancia de respetar y estimular el tipo de inteligencia que posee nuestro hijo. También conviene tener en cuenta que del tipo de inteligencia que posea dependerá su estilo de aprendizaje. Por eso es bueno ofrecerle actividades que le ayuden a aprender y a expresarse de la forma que le resulta más natural.
Aun así, el niño necesita estar expuesto a una variedad de experiencias. Saber qué tipo de inteligencia tiene nuestro hijo no significa hacer caso omiso de otras aptitudes y capacidades. Por ejemplo, aunque no demuestre mucha coordinación física ello no significa que no deba realizar deportes. En este caso estaríamos privándolo de los beneficios de las actividades grupales o del contacto con la naturaleza. Asimismo, si su área fuerte no es la lingüística ni la matemática, no quiere decir que no pueda aprender a leer o a sumar. Simplemente significa que cuando utiliza sus aptitudes especiales, le resulta más fácil incorporar conocimientos.
En síntesis, la función de los padres es descubrir las capacidades de sus hijos y estimularlos para que aprendan de la forma más adecuada y sencilla. Para que esto ocurra no hace falta que nos convirtamos en maestros. Podemos hacerlo de un modo divertido, afectuoso y placentero para todos. Es imprescindible recordar que la principal herramienta que poseemos es el juego.


Inteligencia espacial

Se caracteriza por la capacidad de formar un modelo mental del mundo en tres dimensiones. Los niños que poseen esta inteligencia son hábiles para dibujar, hacer manualidades, leer, escribir y tienen un buen sentido de la orientación.
Conviene ofrecerles muchos y variados materiales para que puedan dibujar, escribir, pintar, cortar y armar distintas figuras y objetos. Se trata de proporcionarles elementos simples para que a partir de ellos pueda crear sus propios diseños.
El armado de rompecabezas, desde los más sencillos a los más complejos, siempre es un desafío placentero. Cuando viajamos en automóvil podemos ofrecerles un mapa de ruta o un plano de la ciudad para que vayan siguiendo el camino recorrido. Tratar de salir de un laberinto puede resultar una experiencia de lo más excitante.

Inteligencia lingüística

Se manifiesta en la destreza para hablar, relatar cuentos, escribir, escuchar, usar el humor, recordar información o utilizar el lenguaje de una manera ingeniosa.
Las primeras formas de estimularla es hablándole o contándole cuentos. Conviene, de a poco, hacer más complejas estas actividades. Por ejemplo, tratar de que los cuentos los relate nuestro hijo o que él proponga el tema y lo vayamos armando juntos. Cuando sepa escribir, pedirle que él mismo haga un libro y se lo lea al resto de los integrantes de la familia.
Los juegos de tablero que usan palabras, las cartas, los trabalenguas o los chistes son divertidos recursos para estimular este tipo de capacidad.

Inteligencia lógico-matemática

Desarrolla la habilidad para resolver problemas, para agrupar, clasificar y trabajar con formas geométricas.
Para estimularla podemos proponerle a nuestro hijo que clasifique objetos. Existen tres formas de hacerlo: presentándole un grupo de objetos ya clasificados y pedirle que añada otros, enseñarle otro grupo y sugerirle que saque los objetos que no corresponden a la clasificación o solicitarle que busque objetos en la casa según distintos criterios: color, forma, peso.
Otras actividades se centran en el establecimiento de relaciones de causa-efecto. Para ello podemos mezclar colores, pinchar un globo con un alfiler, dar cuerda a un juguete y observar cómo se mueve o encender un interruptor. Una vez finalizado el experimento es importante que respondamos juntos a la pregunta: ¿por qué crees que sucedió…?

Inteligencia corporal

Se centra en la capacidad de utilizar el propio cuerpo para realizar actividades o resolver problemas. Los niños que poseen este tipo de inteligencia se destacan en las danzas, la interpretación teatral o los deportes.
Para estimularla permitamos que nuestro hijo pruebe distintos tipos de actividades deportivas. Es importante que, al principio, realicemos estas prácticas con él. Por ejemplo, jugar a la pelota, acompañarlo a andar en bicicleta o patines o compartir el aprendizaje de la natación.
La interpretación de cuentos utilizando solamente la danza o la adivinación de títulos de películas a través de mímicas son juegos muy apropiados para estimular este tipo de inteligencia.

Inteligencia musical

Desarrolla la sensibilidad para producir y pensar en términos de ritmos, tonos o timbres de los sonidos. Los niños que poseen este tipo de inteligencia son muy innovadores, con una gran capacidad para expresar y canalizar sus emociones y sentimientos y mucha habilidad para las matemáticas.
Para estimularla es bueno tener música en diferentes áreas de la casa e introducir a nuestro hijo en los sonidos e instrumentos musicales básicos como campanas y tambores. Dejemos que experimente libremente ritmos y tonos. Cantar canciones, conocidas o inventadas por él, ampliará su capacidad sonora, de expresión y de movimiento. En la etapa escolar, motivémoslo para que aprenda a tocar un instrumento musical o tome clases formales de música.

Inteligencia interpersonal

Se centra en la capacidad para ver el punto de vista de la otra persona, escuchar, poder reaccionar acertadamente ante las acciones de otros, formar buenas relaciones, resolver conflictos y desempeñarse como líderes.
Para estimularla es central que, desde pequeño, nuestro hijo interactúe con otros adultos y con otros niños. Cuando sea más grande conviene ofrecerle que participe en actividades grupales y asuma el papel de líder.

Inteligencia intrapersonal

Desarrolla la habilidad de determinar por uno mismo los aspectos fuertes y débiles de la personalidad, de autocomprenderse y de entender la mejor forma de relacionarse con los demás.
Para estimularla es importante dejar que nuestro hijo tome el tiempo necesario para pensar antes de elegir entre opciones y tenga momentos de tranquilidad y reflexión. En la edad escolar escribir un diario íntimo o encontrar proyectos independientes son actividades muy apropiadas.

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